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Discriminación, asociaciones y cifras: la situación de las compositoras en la industria audiovisual


En esta entrada queremos darle un enfoque más reivindicativo a la situación actual de la mujer compositora para medios audiovisuales. Tanto para nosotras como para las lectoras será interesante conocer los entresijos de una parte casi oculta del sector cinematográfico.


Desde la publicación en 1982 del libro Donne in Musica de Patricia Adkins Chiti, muchos nombres femeninos se han incorporado al canon de la historiografía musical, a pesar de ser meras pinceladas pretenden reflejar que en realidad sí existieron mujeres compositoras, pero sus voces fueron acalladas. Queremos aclarar que somos defensoras de la musicología feminista, sobre la cual Pilar Ramos escribía en Feminismo y música: introducción crítica (2003):


"La musicología feminista no puede tener una perspectiva única. Ni siquiera puede explicar todos los problemas que personalmente me interesan de la música. ¿Pero puede hacerlo otro tipo de musicología? No. No existe una musicología universal, un decodificador mágico de significados sociales o personales escritos con sonidos. Y quizás ahí reside la mayor fuerza de la música. Y también el atractivo de la musicología. Porque queremos saber, aunque sepamos que no vamos a llegar a comprenderlo todo" (Ramos, 2003: 10).

Los cambios sociopolíticos que tuvieron lugar en el siglo XX supusieron un gran cambio en el arte. Con las vanguardias, las mujeres tuvieron acceso a una educación musical que se tecnificaba en la búsqueda de lenguajes experimentales como el atonalismo o el dodecafonismo. Pero esta “libertad” profesional estaba sujeta aún a modelos del papel tradicional que desempeñaban las mujeres. Como explica Gemma Solache Vilela:


"Las compositoras de esta época, además de madres y esposas, se consideraban a sí mismas artistas y, siendo conscientes de su talento, participaron activamente en las vanguardias de su tiempo. Fueron directoras de orquesta, intérpretes virtuosas, y profesoras en prestigiosas escuelas, universidades y conservatorios" (Vilela, 2009: 91).

Las mujeres compositoras han tardado mucho en disfrutar de independencia económica ya que, a pesar de tener capacidades para desarrollar su carrera, muchas veces estaban sujetas a cumplir el rol de esposa y madre. Una vez consiguen alcanzar esta meta profesional, suelen ser juzgadas y discriminadas con críticas injustas, no centradas en su música sino en su condición de mujeres. Esta situación ha mejorado en las últimas décadas con el auge de los diferentes movimientos sociales y la musicología feminista.


Aunque no todo está conseguido. Uno de los inconvenientes que sobrevuela en la actualidad es la discriminación positiva, la desigualdad camuflada con unos ideales feministas “atractivos” pero falsos y vacíos de contenido. En muchas ocasiones, la elección de un objeto audiovisual realizado por mujeres se da por el mero hecho del sexo biológico y no por su componente artístico. La exhibición femenina pasa a ser en exclusiva el objetivo de promotores que quieren vender un producto irreal gracias a la incursión del feminismo en la sociedad. Son muchas las producciones que buscan contratar compositoras, u otro tipo de profesionales, en sus proyectos para obtener así subvenciones, a pesar de que su perfil en el proyecto en cuestión. Estas elecciones tiran por tierra los años de formación, el esfuerzo y el trabajo realizado. Resulta hasta irónico cómo en ambos casos, cuando se nos discrimina o se nos valora, sea en función de nuestro sexo y no por nuestra valía como profesionales.


A pesar de constituir más de la mitad de la población mundial, las mujeres carecen aún de representación y visibilidad en puestos de mando o decisión creativa en todo tipo de sectores. Hasta finales del siglo XX no comenzamos a encontrar cifras relevantes de mujeres alejadas de los estereotipos más arraigados a la condición femenina como delicadeza, constancia o paciencia. Se constata una vez más la sistemática exclusión del sexo femenino de aquellas actividades y profesiones en las que el liderazgo, la originalidad y, en definitiva, la capacidad de crear son los principales caracteres, minusvalorando así sus capacidades intelectuales y creativas. Generalmente se les ha reservado, por el contrario, aquellos trabajos considerados manuales y monótonos, a los que no se les confiere más valor por su apa- rente falta de dificultad técnica.


En un cuestionario realizado para conocer la situación actual de las compositoras en el sector cinematográfico la compositora y musicóloga Carla F. Benedicto compartió lo siguiente acerca de la dualidad existente entre mente-cuerpo:


“La creatividad se ha considerado siempre un valor eminentemente masculino. Las acciones a realizar, desde mi punto de vista, se deberían centrar en la educación, visibilizando la labor compositiva de las mujeres, de modo que las nuevas generaciones vean que tanto hombres como mujeres pueden dedicarse a la composición o a la interpretación, sin distinción por géneros”.

En las últimas décadas, el avance de los movimientos sociales y los estudios de género han propiciado el incremento de las investigaciones dedicadas a las profesionales del sector cinematográfico, cuyos logros y aportaciones al séptimo arte muchas veces no han llegado hasta nuestros días bajo su firma, como sí ocurrió con algunos de sus colegas. El redescubrimiento de estas figuras, sumado a una voluntad creciente a nivel político de legislar en favor de políticas de igualdad en el entorno laboral, ha provocado el nacimiento de numerosas asociaciones e iniciativas que luchan por la paridad en el sector fílmico. Mediante esta búsqueda de referentes femeninos dentro de la industria, se pretende dar a conocer una serie de figuras olvidadas por la historia, para así reescribirla desde el punto de vista de los estudios de género.


Según un estudio realizado por la asociación Women in Hollywood (Lauzen, 2019: 3), entre las 100 películas con mayor presupuesto de 2018 sólo encontramos un 3% de directoras de fotografía, un 15% de guionistas y un 18% de productoras ejecutivas. Tenemos que ampliar la muestra hasta las 250 películas más exitosas del mismo año para encontrar un porcentaje de compositoras del 6%. A pesar de ser una proporción ínfima constituye el doble que la obtenida en el año 2017. Algo que debería hacernos reflexionar es que en aquellos filmes con al menos una directora, las compositoras representaban el 6%, en el caso de películas con directores exclusivamente masculinos el porcentaje desciende al 3%. Esto demuestra la empatía entre las mujeres. Sobre el futuro de de la mujer en la música de cine, la compositora Aránzazu Calleja expresaba en una entrevista concedida a la revista Pikara en 2018:

Creo que hay una toma de conciencia real ante la situación de desigualdad de las mujeres en el cine y un deseo de ruptura, aunque no hay que engañarse: todavía hay muchas resistencias. Entre los 45 académicos músicos solo somos 3 mujeres. A día de hoy esta es la situación. Alucinante, ¿no?
Si el compromiso de la industria y de los políticos con la igualdad persiste, cambiará la historia y se romperán estereotipos. Así nos iremos acostumbrando a ver imágenes de técnicas de sonido, compositoras, mezcladoras, etc. y los modelos para las nuevas generaciones se ampliarán, permitiéndonos un mayor acceso a todas las disciplinas. En este escenario, de aquí a cinco años, habrá una cantera de mujeres profesionales estupendas que podrán situar su trabajo al mismo nivel, tanto en calidad como en presupuesto, que el de nuestros compañeros.

Entre los movimientos más mediáticos de los últimos años destaca el #MeToo, la campaña en apoyo a las víctimas de acoso laboral y abusos sexuales dentro de la industria cinematográfica, invitando a denunciarlas  en las redes sociales. Ligado a este movimiento existe el Time’s Up, que además lucha por la igualdad en el ámbito laboral. Con la diversidad por bandera, apuestan por la creación de una ley que condene el abuso en el ámbito laboral del cine y la justa representación de los que están en mayor medida expuestos a la discriminación.


Estas acciones impulsaron la creación de nuevas políticas en favor de la igualdad. En la edición septuagésima primera del Festival de Cannes se llevó a cabo la iniciativa 5050x2020, con la firma de compromiso en favor a la paridad y la inclusión, además del porcentaje masculino-femenino de los comités de selección y la compilación de estadísticas al respecto para un mayor seguimiento de sus avances. En esta edición celebrado en 2018 el jurado estuvo formado por Cate Blanchett, como presidenta, Chang Chen, Ava DuVernay, Robert Guédiguian, Khadja Nin, Léa Seydoux, Kristen Stewart, Denis Villeneuve y Andréi Zviáguintsev, cinco mujeres y cuatro hombres. Este mismo año, la actriz y directora Asia Argento denunciaba en su discurso a Harvey Weinstein y sus secuaces sexuales.


En España hay organizaciones que apoyan a las mujeres en el audiovisual con una base de datos en la que las distintas profesionales de la industria, eventos y campañas fomentan la diversidad y la lucha constante para conseguir la igualdad laboral. CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) se creó en 2006 para combatir esa desigualdad, promoviendo la lucha para que aumenten los presupuestos para las películas dirigidas por mujeres. Esta ayuda incrementa el número de mujeres en el sector, que en un futuro serían referentes para las generaciones siguientes. Esta asociación se sumó a la iniciativa Time’s Up en la celebración de los premios Goya 2018, en la cual muchos de los asistentes enseñaban su abanico rojo con la inscripción #MásMujeres, hashtag de gran repercusión social.


En nuestra entrada Revisión del papel de la mujer música en el audiovisual ya comentamos la sombra en la que viven las mujeres en la industria cinematográfica, en cambio, en otros medios como la televisión, cuentan con más oportunidades. Un gran ejemplo es el de la compositora Laura Karpman, premiada con cuatro Emmys y un Grammy al Mejor Arreglo para Álbum de Música Clásica por Ask Your Mama (2015), además de su participación en la música de películas, obras de teatro y videojuegos. Miembro de la junta de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, en 2014 fundó la Alliance for Women Film Composers junto a dos ilustres compositoras: Lolita RItmanis -reconocida por la música de series como Batman del Futuro (1999) y nominada en diez ocasiones al premio Emmy- y Miriam Cutler -compositora especializada en documentales y producciones independientes, con trabajos como The Hunting Ground (Kirby Dick, 2015) premiada a la mejor música documental de Hollywood en medios de comunicación-.


Laura Karpman también estuvo al mando de The Women who Score: Soundtracks Live (2016), un evento en el que se interpretaron obras de mujeres compositoras del audiovisual como Rachel Portman, Wendy Melvoin, Lisa Coleman, Shirley Walker, Jessica Curry, Diana Warren, Kathryn Bostic, Heather McIntosh, Nora Kroll-Rosenbaum, Germaine Franco, Julia Newmann, Lesley Barber, Nan Schawartz, Penka Kouneva, Wendy Blackstone, Sharon Farber, Starr Parodi, las ya citadas Lolita Ritmains y Miriam Cutler  y la propia L. Karpman.





Con estos eventos y otras actividades como conferencias y conciertos en los que se interpreta el repertorio de mujeres se busca una mayor visibilidad que permanezca en escena. Las organizaciones que fomentan movimientos a favor de las mujeres creadoras son importantes ya que refuerzan la profesión de las compositoras dentro del ámbito cinematográfico, consiguiendo nuevas oportunidades en proyectos de alto nivel, mientras sus trabajos y logros reciben un mayor reconocimiento.



Consultas bibliográficas


ADKINS CHITI, P. (1982). Donne in musica. Roma: Bulzoni.


LAUZEN, M. M. (2019). The Celluloid Ceiling: Behind the Scenes Employment of Women on the Top 100, 250, and 500 Films of 2018. San Diego State University, California.


RAMOS, P. (2003). Feminismo y música: Introducción y crítica. Madrid: Narcea.


VV.AA. (2009). Creadoras de música. Madrid: Instituto de la Mujer.

 
 
 

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